Para Radio Oreja | Publicada el 2 de septiembre de 2017
![]() |
Fotos: Leo Italiano (Gentileza Facebook La Renga)
|
El miércoles, el trío
de Mataderos dio su sexto show del año en Capital. Tras una década de ausencia,
confirmaron que planean grabar nuevo material y regresar a la ciudad.
Por Andrés Birman / @AndresBirman
Hacía muchos años que una previa en Capital Federal no mostraba el paisaje que se vio por las calles de Parque de los Patricios. La Renga volvió a la ciudad después de una década y, como la situación lo ameritaba, fueron seis -a lo largo de un mes- las presentaciones programadas en la cancha de Huracán. Tras un alejamiento que muchos atribuyen a cuestiones políticas, la banda regresó.
Apenas anocheció, la Avenida Colonia fue el centro de reunión para aquellos que tomaban las primeras cervezas de la noche del miércoles, mientras algunos las acompañaban con un chori, una hamburguesa o una bondiola. En clima de fiesta y alegría, se acercaban al primero de los tres controles.
Adentro, con menor convocatoria que en los otros cinco encuentros, los asistentes esperaban por la despedida de este ciclo histórico para el trío de Mataderos.
Cerca de las 22, el estadio Tomás Adolfo Ducó quedó en penumbras. Fue entonces que un video proyectado en las cuatro pantallas laterales hizo de introducción. Como en la mayoría de los encuentros, “Corazón fugitivo” dio inicio a la lista de temas, esta vez marcada por problemas de sonido que recién fueron superados con un tercio de recital a cuestas. La segunda canción fue “Al que he sangrado” y luego llegaron las primeras palabras de Chizzo Nápoli: “Amigos, amigas, ¿cómo están? Acá estamos por última vez… por ahora”. Siguieron a puro rock con “Tripa y corazón”, “Nómades”, “A tu lado” y “A la carga mi rocanrol”.

Si bien todas las noches tuvieron una columna vertebral que se repitió, en cada una de ellas hubo lugar para el factor sorpresa. Así fue que el miércoles final incluyeron varios recuerdos de sus primeros álbumes. El primero fue “Cortala y olvidala” -de “¿A dónde me lleva la vida?” (1994) - que dejó paso a “El twist del pibe”.
“San Miguel” fue dedicada a Miguel “Keko” Ramírez, el seguidor que perdió la vida luego de que una bengala náutica impactara en su cuello durante el show del 30 de abril de 2011, en el Autódromo Mouras de La Plata.
En algunos sectores del campo, el pogo era imponente y para “Cuando vendrán” y “En el baldío” alcanzaba picos de intensidad. Inmediatamente, La Renga bajó decibeles con “Cuando estés acá” y “La balada del diablo y la muerte”. Para seguir con “la parte más tranquila”, presentaron “una canción que tiene mucho que ver acá”: “Voy a bailar a la nave del olvido”, en la que los gritos del público sacudieron todos los sectores de la cancha.
Luego de “Motoralmaisangre”, subió a escena “un representante de la música originaria que tuvimos el gusto de cruzar durante la gira Pesados Vestigios”. Enfundado en un poncho, mientras en todas las pantallas mostraban un rostro hoy conocido por todos, Rubén Patagonia exigió junto a la banda y al público la aparición de Santiago Maldonado. Antes de entonar “Lo frágil de la locura”, el músico y activista exclamó: “¿Qué otro gesto se puede agregar ante el canto, ante el ruego de todos ustedes? Basta de represión, basta de muerte contra los pueblos originarios. ¡Aparición con vida de Santiago! Y para todos los presos que están defendiendo el territorio. Para decir basta de la minería, basta de la soja. ¡Venceremos!”. Se retiró envuelto en una ovación generalizada.

“En los brazos del sol” fue el primer momento en que los cuatro miembros de Las Cucarachas de Bronce -la sección de vientos- apoyaron a La Renga. Hasta entonces, había subido Manu Varela esporádicamente con su armónica o su saxofón. Siguieron con varios que fueron números puestos en todas las listas de este ciclo en Huracán: “Desnudo para siempre (o despedazado por mil partes)”, “Bien alto”, “Arte infernal” y “Oportunidad oportuna”. Pero en seguida, sorprendieron a todos con “Negra es mi alma, negro mi corazón”, de “Esquivando charcos” (1991). Antes del intervalo, los asistentes disfrutaron de “El rey de la triste felicidad”, “La razón que te demora” y “Oscuro diamante”.
Quince minutos después, el trío volvió a escena para los bises. Pero no lo hizo solo, sino en compañía de Nacho Smilari (Vox Dei, La Barra de Chocolate) y su guitarra para interpretar “Panic show”. Una vez finalizada la canción, Chizzo confesó: “Como es la última, vamos a improvisar un poco algo que no está ensayado” y pidió aplausos para otro pionero del género en Argentina, Willy Quiroga (también de Vox Dei), quien agradeció “a La Renga, una banda que sigue la historia del rock”, aportó su voz y su bajo. Del legendario grupo versionaron “A nadie le interesa si quedás atrás (Total qué)”.

Cuando nuevamente quedaron en soledad, el vocalista anticipó que “se viene el último plato del último banquete, otro que desempolvamos”, palabras que marcaron el regreso de “Buseca y vino tinto” al repertorio. A continuación, “El final es en donde partí” provocó que el bajista Tete Iglesias descendiera frente al vallado para tocar algunos acordes frente a los fanáticos que estaban más cerca.
El grupo que completa Tanque Iglesias, en batería, preparaba la despedida definitiva. Antes, hubo sólo muestras de agradecimiento y emoción por esta media docena de triunfos al hilo. “Hasta acá llegamos, este es el último banquete. Estamos empachados, realmente. Ustedes demostraron que se puede hacer un concierto de rock sin ningún tipo de problema, acá, en la Capital Federal”, señaló Chizzo. El cantante y guitarrista, además, confirmó que pronto habrá novedades: “Vamos a dedicarnos a hacer un disco nuevo y creo que lo vamos a poder presentar por acá”. Al tiempo que se prendían las luces del Ducó, “Hablando de la libertad”, el clásico cierre, precedió a la lenta retirada de los espectadores.

En las calles del barrio, la carne y las latas de cerveza fría esperaban el éxodo. Del otro lado de las tribunas, La Renga había superado, una vez más, la prueba. Después de muchas idas y vueltas con respecto a la habilitación, pasaron varios de los recitales más comentados -y esperados- de la última época. Músicos y seguidores pudieron reencontrarse luego de diez años. Con la sospecha de que Buenos Aires puede acostumbrarse a verlos nuevamente, sólo resta esperar a que las palabras de Nápoli se confirmen. Cuando el décimo material de estudio de uno de los grupos más grandes del país esté en las disquerías, tal vez, haya canciones que no tengan que esperar tanto para sonar en la ciudad que los vio nacer.

Link a la nota> http://www.radiooreja.com/#!/-la-renga-en-huracan-por-andres-birman/
Por Andrés Birman / @AndresBirman
Hacía muchos años que una previa en Capital Federal no mostraba el paisaje que se vio por las calles de Parque de los Patricios. La Renga volvió a la ciudad después de una década y, como la situación lo ameritaba, fueron seis -a lo largo de un mes- las presentaciones programadas en la cancha de Huracán. Tras un alejamiento que muchos atribuyen a cuestiones políticas, la banda regresó.
Apenas anocheció, la Avenida Colonia fue el centro de reunión para aquellos que tomaban las primeras cervezas de la noche del miércoles, mientras algunos las acompañaban con un chori, una hamburguesa o una bondiola. En clima de fiesta y alegría, se acercaban al primero de los tres controles.
Adentro, con menor convocatoria que en los otros cinco encuentros, los asistentes esperaban por la despedida de este ciclo histórico para el trío de Mataderos.
Cerca de las 22, el estadio Tomás Adolfo Ducó quedó en penumbras. Fue entonces que un video proyectado en las cuatro pantallas laterales hizo de introducción. Como en la mayoría de los encuentros, “Corazón fugitivo” dio inicio a la lista de temas, esta vez marcada por problemas de sonido que recién fueron superados con un tercio de recital a cuestas. La segunda canción fue “Al que he sangrado” y luego llegaron las primeras palabras de Chizzo Nápoli: “Amigos, amigas, ¿cómo están? Acá estamos por última vez… por ahora”. Siguieron a puro rock con “Tripa y corazón”, “Nómades”, “A tu lado” y “A la carga mi rocanrol”.

Si bien todas las noches tuvieron una columna vertebral que se repitió, en cada una de ellas hubo lugar para el factor sorpresa. Así fue que el miércoles final incluyeron varios recuerdos de sus primeros álbumes. El primero fue “Cortala y olvidala” -de “¿A dónde me lleva la vida?” (1994) - que dejó paso a “El twist del pibe”.
“San Miguel” fue dedicada a Miguel “Keko” Ramírez, el seguidor que perdió la vida luego de que una bengala náutica impactara en su cuello durante el show del 30 de abril de 2011, en el Autódromo Mouras de La Plata.
En algunos sectores del campo, el pogo era imponente y para “Cuando vendrán” y “En el baldío” alcanzaba picos de intensidad. Inmediatamente, La Renga bajó decibeles con “Cuando estés acá” y “La balada del diablo y la muerte”. Para seguir con “la parte más tranquila”, presentaron “una canción que tiene mucho que ver acá”: “Voy a bailar a la nave del olvido”, en la que los gritos del público sacudieron todos los sectores de la cancha.
Luego de “Motoralmaisangre”, subió a escena “un representante de la música originaria que tuvimos el gusto de cruzar durante la gira Pesados Vestigios”. Enfundado en un poncho, mientras en todas las pantallas mostraban un rostro hoy conocido por todos, Rubén Patagonia exigió junto a la banda y al público la aparición de Santiago Maldonado. Antes de entonar “Lo frágil de la locura”, el músico y activista exclamó: “¿Qué otro gesto se puede agregar ante el canto, ante el ruego de todos ustedes? Basta de represión, basta de muerte contra los pueblos originarios. ¡Aparición con vida de Santiago! Y para todos los presos que están defendiendo el territorio. Para decir basta de la minería, basta de la soja. ¡Venceremos!”. Se retiró envuelto en una ovación generalizada.

“En los brazos del sol” fue el primer momento en que los cuatro miembros de Las Cucarachas de Bronce -la sección de vientos- apoyaron a La Renga. Hasta entonces, había subido Manu Varela esporádicamente con su armónica o su saxofón. Siguieron con varios que fueron números puestos en todas las listas de este ciclo en Huracán: “Desnudo para siempre (o despedazado por mil partes)”, “Bien alto”, “Arte infernal” y “Oportunidad oportuna”. Pero en seguida, sorprendieron a todos con “Negra es mi alma, negro mi corazón”, de “Esquivando charcos” (1991). Antes del intervalo, los asistentes disfrutaron de “El rey de la triste felicidad”, “La razón que te demora” y “Oscuro diamante”.
Quince minutos después, el trío volvió a escena para los bises. Pero no lo hizo solo, sino en compañía de Nacho Smilari (Vox Dei, La Barra de Chocolate) y su guitarra para interpretar “Panic show”. Una vez finalizada la canción, Chizzo confesó: “Como es la última, vamos a improvisar un poco algo que no está ensayado” y pidió aplausos para otro pionero del género en Argentina, Willy Quiroga (también de Vox Dei), quien agradeció “a La Renga, una banda que sigue la historia del rock”, aportó su voz y su bajo. Del legendario grupo versionaron “A nadie le interesa si quedás atrás (Total qué)”.

Cuando nuevamente quedaron en soledad, el vocalista anticipó que “se viene el último plato del último banquete, otro que desempolvamos”, palabras que marcaron el regreso de “Buseca y vino tinto” al repertorio. A continuación, “El final es en donde partí” provocó que el bajista Tete Iglesias descendiera frente al vallado para tocar algunos acordes frente a los fanáticos que estaban más cerca.
El grupo que completa Tanque Iglesias, en batería, preparaba la despedida definitiva. Antes, hubo sólo muestras de agradecimiento y emoción por esta media docena de triunfos al hilo. “Hasta acá llegamos, este es el último banquete. Estamos empachados, realmente. Ustedes demostraron que se puede hacer un concierto de rock sin ningún tipo de problema, acá, en la Capital Federal”, señaló Chizzo. El cantante y guitarrista, además, confirmó que pronto habrá novedades: “Vamos a dedicarnos a hacer un disco nuevo y creo que lo vamos a poder presentar por acá”. Al tiempo que se prendían las luces del Ducó, “Hablando de la libertad”, el clásico cierre, precedió a la lenta retirada de los espectadores.

En las calles del barrio, la carne y las latas de cerveza fría esperaban el éxodo. Del otro lado de las tribunas, La Renga había superado, una vez más, la prueba. Después de muchas idas y vueltas con respecto a la habilitación, pasaron varios de los recitales más comentados -y esperados- de la última época. Músicos y seguidores pudieron reencontrarse luego de diez años. Con la sospecha de que Buenos Aires puede acostumbrarse a verlos nuevamente, sólo resta esperar a que las palabras de Nápoli se confirmen. Cuando el décimo material de estudio de uno de los grupos más grandes del país esté en las disquerías, tal vez, haya canciones que no tengan que esperar tanto para sonar en la ciudad que los vio nacer.

No hay comentarios:
Publicar un comentario