Texto Andrés Birman
La serie argentina de culto se emitió en 2000 a través
de Canal 7. Tras largos años, surgió la seria posibilidad de que llegue a
Netflix, con algunos cambios. La historia, sus personajes y su crudeza la
convirtieron en un clásico.
El 18 de octubre se cumplieron 20 años desde la primera emisión de Okupas. Aquel unitario que salía los miércoles a las 23
por Canal 7 (La Televisión Pública) marcó un antes y
un después en la pantalla chica. Y las claves pueden encontrarse fácilmente:
una historia bien contada, argumento interesante, grandes personajes y buenas
actuaciones.
Durante la última semana, convertida hace rato en
serie de culto, fue tema de conversación recurrente y objeto de incontables
artículos. Ayudada por el aniversario y por la noticia de que, por fin, hay
importantes chances de que sea subida a un sistema de streaming. De esta
manera, podría volver a verse en buena calidad después de mucho tiempo. Y es
que el recuerdo de los fanáticos la difundió a través de dos décadas y varios
usuarios de internet la disfrutaron en YouTube por
medio de digitalizaciones de VHS, con imagen y sonido poco claros. Por
momentos, hasta suponiendo escenas más que apreciándolas.
Es largo el reclamo en redes
sociales por su inclusión en los catálogos de contenido audiovisual. Pero la
principal traba siempre fue el pago de los derechos de autor por la notable
banda de sonido seleccionada por Jean Pierre Noher. Con el correr de los once
episodios la lista incluye pesos pesados del rock nacional, como Almendra,
Sumo, Pescado Rabioso, Sui Generis, Vox Dei, Manal, Patricio Rey y sus
Redonditos de Ricota y Sandro, entre otros. Pero también reconocidos grupos a
nivel mundial, de la talla de los Rolling Stones, los Beatles y The Who.
El director Bruno Stagnaro alimentó las ilusiones del público
cuando aseguró que hay un serio interés por parte de Netflix y deslizó que Santiago Barrionuevo (líder de El Mató a un Policía Motorizado) está trabajando en
nuevas composiciones. La idea es reemplazar el 30% de la música internacional.
El desafío para el bajista y cantante es motivador, pero muy complejo a la vez:
las canciones en muchos tramos de la historia son parte muy importante del
guion, lo que marca una vara altísima para la tarea. Más allá de la posibilidad
de disfrutar de Okupas en buena calidad, el resultado final de la ambientación
genera mucha curiosidad.
En el 2000, Stagnaro venía de cosechar buenas
críticas con su película Pizza, birra, faso,
que se estrenó dos años antes. Marcelo Tinelli tenía
una deuda con el COMFER (Comité Federal de Radiodifusión), que sería saldada
generando contenido para la televisión pública. Ambos se encontraron y la
productora Ideas del Sur dio libertad al
director, quien definió el guion junto a Esther Feldman y Alberto Muñoz. Así nació Okupas.
Rodrigo de la Serna era el único de los cuatro
actores principales que tenía algo de reconocimiento en esa época. Ricardo
Riganti, su personaje, era un chico de 24 años que había abandonado la carrera
de Medicina y no sabía para qué estaba. Su prima Clara Alvarado (Ana Celentano) recuperó una antigua casona en el barrio
de Congreso, tras un violento desalojo a quienes la ocupaban ilegalmente. Le
propuso cuidarla hasta que aparezca un comprador. Muy pronto, el protagonista
invitó al Pollo (Diego Alonso), Walter (Ariel Staltari) y al Chiqui (Franco
Tirri) a vivir con él.
A partir de entonces, Ricardo
ingresó a un mundo marginal desconocido tanto para él como para la televisión
argentina. Sus compañeros tenían mayor experiencia en la calle, siendo El Pollo
el más curtido y quien funciona como un padre en la
transformación del protagonista, que se vio envuelto en problemáticas muy duras
sin darse cuenta de lo ajeno que estaba a ese universo. Esta idea representa
uno de los mayores aciertos del unitario, porque no se quedó en meros
estereotipos, sino que abordó con realismo y profundidad temas que solían
esquivarse. Y lo hizo tan bien que es difícil por momentos tener presente que
se trata de una ficción.
También es destacable la labor
de Dante Mastropierro (El Negro Pablo), en el rol de
villano. Su actuación es excelente y dejó frases memorables, repetidas en la
actualidad en forma de memes. Encarnó a un delincuente que vivía en Dock Sud y
que queriendo tomarse venganza del Pollo, se termina enemistando con Ricardo.
Okupas es una serie cruda, filmada en locaciones
reconocibles para sus espectadores y con cierto carácter documental. Varias
tomas fueron captadas con cámaras ocultas en las que los protagonistas
interactuaban en la vía pública con quienes a diario la caminaban. Un claro
ejemplo de ello es el viaje en tren a Quilmes, con el propósito de conseguir
cocaína, en el que los cuatro ocupantes de “el caserón del orto” le
piden una rebaja de 20 centavos en la compra de tres alfajores a un vendedor
ambulante. Para conectarlos con ese espacio, Stagnaro les proponía a los
actores pedir monedas en la calle antes de filmar.
Dos décadas después, la serie
-habiéndoselo propuesto o no- funciona como el retrato de una generación
olvidada y sometida a diez años de menemismo, a la ilusión de vivir en el
primer mundo y al liberalismo económico más feroz y despiadado. Personajes sin
rumbo ni deseos claros; con una incertidumbre enorme sobre su futuro y la sensación
de no saber para dónde correr. Interpeta la realidad de la juventud previa al
estallido social que muy poco tiempo después tuvo lugar en la Argentina.
A fines de 2019, de la Serna le
decía al periodista Julio Leiva en
una entrevista para Filo News: “Es un
programa que resiste el paso del tiempo y una especie de clásico. Está mal que
lo diga yo, porque soy uno de los protagonistas. Pero Bruno Stagnaro logró una
gran síntesis, con su pluma tan virtuosa y brillante. Tiene que cambiar el
paradigma que nos rige y esta modernidad espantosa, devenida en posmodernidad o
en lo que carajo se llame, que condena a la pobreza y margina a millones de
personas todos los días. Hasta entonces Okupas será algo que vos podés
visionar, porque está vivo y vigente”.
Hoy, que posiblemente sea parte de Netflix y sus
capítulos son removidos de YouTube, sigue siendo el mejor producto de un estilo
de televisión del que también fue precursor. Y lo es por su manera seria de
abordar lo que se quiere contar y el realismo que alcanzó. Un recorrido que
volvió a intentarse varias veces en una ficción nacional que -salvo contadas
excepciones- se quedó a mitad de camino o se pasó de rosca.
Link a la nota> https://circoromano.com.ar/a-20-anos-de-okupas/
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