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PopArt Discos / Mi Semilla - 3 estrellas
Por primera vez en un larga duración, el grupo uruguayo -que en el pasado trabajó con Gustavo Santaolalla y Juan Campodónico- se encargó de la producción artística. "Destilar" llegó en CD y plataformas digitales y pronto también estará disponible en vinilo.
La flamante placa comienza con un pedido urgente en la voz de Sebastián Teysera: “Una cerveza por favor, que vengo del infierno”, exclama el líder sobre una base guitarrera y un clima tranquilo que irá subiendo muy de a poco en intensidad con el correr de los tracks. Así es como “Atala” y “La nube” (primer corte de difusión, con una mirada crítica sobre el mundo actual) crecen hasta explotar en “Casi todo”, una letra con tintes punks y uno de los tramos más rockeros.
En un disco parejo, aunque lineal y algo monótono, queda en claro el gran momento compositivo que atraviesa Sebastián Cebreiro. El segundo vocalista gana terreno y pasa al frente en “De rojo y negro” para retratar, con ritmo acelerado, la lucha feminista (“Unidas las raíces en el temporal, crecieron desde abajo, ya no esperan más. El día es hoy, llegó la cosecha”) y “La revancha”, que se destaca con un mensaje introspectivo que desemboca en esperanza: “No hay remedio que cure más que tus ganas de estar”. Es este el punto más alto y seguramente ganará aún más en el vivo. Entre ambas, “La luna de Neuquén” se sale del libreto con aires folclóricos y emociona desde su simpleza. Con el aporte de una sección de cuerdas, Teysera entona junto a Raly Barrionuevo los versos que homenajean a la artista neuquina Agostina Mármora, con quien coincidió en un reciente viaje a Cabo Polonio. La joven de 23 años falleció de leucemia meses después del encuentro.
La fotografía actual del grupo refleja menos solos de guitarra e intervenciones de instrumentos de viento, lo que hace difícil hallar referencias a los primeros tiempos. Hasta que “Baco”, por la descripción del personaje que atraviesa a la historia y el lenguaje directo en que está escrita, recuerda ligeramente a la época de “De bichos y flores” (2001) y funciona como un guiño a los viejos seguidores.
El cierre queda para “De la mano” y “Aprendiz” (otra de Cebreiro), con las que se termina de apagar este viaje reflexivo de 40 minutos al que sólo le queda esperar la recepción del público.
Las trece canciones demuestran un notable crecimiento sonoro, aunque por momentos el álbum se estanque en el campo musical que la banda inició en “Piel y hueso” (2011) y continuó con “Érase” (2014).
Sin dudas, “Destilar” marca la madurez de un grupo de amigos que comenzó a componer canciones y a recorrer escenarios hace dos décadas y que se aleja cada vez más del ska de sus orígenes.
La flamante placa comienza con un pedido urgente en la voz de Sebastián Teysera: “Una cerveza por favor, que vengo del infierno”, exclama el líder sobre una base guitarrera y un clima tranquilo que irá subiendo muy de a poco en intensidad con el correr de los tracks. Así es como “Atala” y “La nube” (primer corte de difusión, con una mirada crítica sobre el mundo actual) crecen hasta explotar en “Casi todo”, una letra con tintes punks y uno de los tramos más rockeros.
En un disco parejo, aunque lineal y algo monótono, queda en claro el gran momento compositivo que atraviesa Sebastián Cebreiro. El segundo vocalista gana terreno y pasa al frente en “De rojo y negro” para retratar, con ritmo acelerado, la lucha feminista (“Unidas las raíces en el temporal, crecieron desde abajo, ya no esperan más. El día es hoy, llegó la cosecha”) y “La revancha”, que se destaca con un mensaje introspectivo que desemboca en esperanza: “No hay remedio que cure más que tus ganas de estar”. Es este el punto más alto y seguramente ganará aún más en el vivo. Entre ambas, “La luna de Neuquén” se sale del libreto con aires folclóricos y emociona desde su simpleza. Con el aporte de una sección de cuerdas, Teysera entona junto a Raly Barrionuevo los versos que homenajean a la artista neuquina Agostina Mármora, con quien coincidió en un reciente viaje a Cabo Polonio. La joven de 23 años falleció de leucemia meses después del encuentro.
La fotografía actual del grupo refleja menos solos de guitarra e intervenciones de instrumentos de viento, lo que hace difícil hallar referencias a los primeros tiempos. Hasta que “Baco”, por la descripción del personaje que atraviesa a la historia y el lenguaje directo en que está escrita, recuerda ligeramente a la época de “De bichos y flores” (2001) y funciona como un guiño a los viejos seguidores.
El cierre queda para “De la mano” y “Aprendiz” (otra de Cebreiro), con las que se termina de apagar este viaje reflexivo de 40 minutos al que sólo le queda esperar la recepción del público.
Las trece canciones demuestran un notable crecimiento sonoro, aunque por momentos el álbum se estanque en el campo musical que la banda inició en “Piel y hueso” (2011) y continuó con “Érase” (2014).
Sin dudas, “Destilar” marca la madurez de un grupo de amigos que comenzó a componer canciones y a recorrer escenarios hace dos décadas y que se aleja cada vez más del ska de sus orígenes.
Por Andrés Birman / @AndresBirman
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